miércoles, 7 de junio de 2017

Reflexiona cada dia


Corazón sacerdotal de Cristo, ruega por nosotros
7 Junio, 2017 por Mater Dei 

Durante aquellos años de Nazaret, en el día a día de la vida de familia, María fue educando el corazón sacerdotal de su Hijo. De María Madre aprendió Cristo a entregar su cuerpo y su sangre para comunicar la vida de Dios al mundo. Y, al calor de aquella familia, en la sencillez de lo cotidiano, aprendió Cristo a partir el pan y darlo a los suyos. Cuántas veces, después de las duras horas de trabajo, al sentarse en la mesa para comer y partir el pan, Jesús soñaría con aquella cena en la que, sentado junto a sus apóstoles, podría, por fin, partir su propio pan, Él mismo, y darse como alimento de vida eterna.

Desde la óptica de Dios, no hay milagros grandes ni pequeños. Pero si desde nuestras medidas, tan raquíticas y tan humanas, tuviéramos que señalar algún milagro grande y portentoso en extremo, junto al de la Eucaristía, tendríamos que poner sin duda el del sacerdocio. Pero, así como el prodigio de la Eucaristía se reviste de la pobreza del pan y del vino, así también en el sacerdocio vemos muchas veces la debilidad y la limitación del corazón humano.

Mucho de Eucaristía tuvo la vida y la persona de María. Por eso, mucho de María tiene también el sacerdocio y la Eucaristía. El Verbo de Dios hubo de hacerse hombre para hacerse sacerdote, gracias a ese seno virginal de María, en el que Cristo aprendió a ofrecerse al Padre. Corazón sacerdotal de Cristo, que tanto aprendió a gustar como hijo los misterios del Padre, custodiados y guardados en el corazón de José. Cultiva tu alma sacerdotal, en cualquier estado, circunstancia y condición, pues tu vida ha de ser una Eucaristía constante. Fuiste clavado para siempre en el corazón de aquel Sacerdote eterno, que se ofrecía al Padre en la Cruz.

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