El Adviento de tu día a día
10 diciembre, 2017 por Mater Dei.
La liturgia del Adviento se va revistiendo de una intensidad única y sobrecogedora a medida que se van acercando los días de la celebración del nacimiento del Verbo. Es difícil sintonizar interiormente con esta gozosa espera del Adviento cuando seguimos entreteniendo el corazón con las mil bagatelas de ese activismo descontrolado que distrae nuestra vida de lo esencial. Seguimos enredados una y otra vez en ese ovillo de preocupaciones y afanes de nuestro día a día, sin que acertemos a poner en ellos un poco de ese Dios al que decimos que amamos por encima de todo. Y así, se nos pasan, quizá, los días de nuestra vida, como flor que se deshoja entre los dedos, sin que hayamos gustado al menos un poco de su más suave aroma.
Decimos que el Adviento es espera de Dios y, en realidad, es el Señor quien nos espera desde siempre en su Adviento eterno. Nuestro Adviento litúrgico nos recuerda ese otro Adviento de Dios, que espera allá en la eternidad, en la otra orilla de la vida, adonde llegaremos vacíos de todas esas cosas y afanes que aquí tanto nos entretienen. Si la liturgia de estos días clama deseosa ¡Ven, Señor!, qué será el deseo de ese Dios que, porque te espera desde siempre, te dice ¡ven! en cada uno de los instantes del día.
Vive pausado el adviento de cada momento de tu jornada pues, en las cosas y personas que llenan tu día a día, Dios sigue esperándote para encontrarse contigo. En medio de los trajines que llenen hoy tu jornada, acuérdate de parar el corazón y deja que se escape de él ese ¡Ven, Señor! que anima los ritmos litúrgicos del Adviento. Vive ese pequeño adviento de tu día a día, avivando en ti la presencia de ese Dios que debe llenar desde dentro todas tus cosas y afanes. Que cada minuto de este día sea un pequeño adviento en el que abraces a ese Dios que espera de ti ese poco de amor y de intimidad que tu sepas ofrecerle como pesebre.