lunes, 13 de noviembre de 2017

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Vivir la santa pureza

Posted: 11 Nov 2017 04:00 PM PST

Una errónea exaltación de lo espontáneo y natural, de la libertad libre, del subjetivismo y de la autonomía moral del yo, aliado todo ello con la pérdida del sentido del pecado y del valor de la persona humana, nos ha llevado a crear una cultura que considera antihumana y ya caduca la valoración de la castidad y de la pureza. Y, sin embargo, al hacerse carne, el Verbo se hace carne virgen. Aquella concepción virginal, en el seno de una Madre también virginal, es y será siempre piedra de escándalo para nuestra naturaleza sensual y caprichosa.

Has de valorar la castidad y la pureza no sólo por lo que tiene de afinidad y cercanía con la virginidad del Verbo encarnado, sino también por lo que tiene de custodia y salvaguarda de un tesoro tan precioso como es la persona, tu persona. El cuerpo es sagrado no sólo por ser templo del Espíritu sino por ser también tu propio templo. No adulteres su sagrada dignidad entregándolo sin criterio a todo aquello que te pida y respétalo a través de la pureza en la mirada, en el pensamiento, en la palabra, en el trato. No te canses de contemplar con qué delicada veneración abrazó el Verbo divino aquella carne virginal que había de desposar para siempre en la Cruz. Sólo allí, en la Cruz, encontrarás la gracia y la fuerza para vivir tu pureza, si dejas que esa carne crucificada de Cristo se crucifique también en la tuya. María Madre no huyó de la cruz. No hubiera podido. Ella creía firmemente en la divinidad que se escondía detrás de aquella carne desnuda de Cristo, precisamente porque tenía la prueba de su virginidad.

Don Antonio ha resucitado